Textos

El antofagastino que planta árboles

A los pies de la quebrada Carrizo, a 3 kilómetros del centro de Antofagasta y en medio de un paisaje desértico, crece “el bosque escondido”. A comienzos de este año, en el lugar solo había vertientes abandonadas y convertidas en microbasurales. En una jornada de limpieza organizada por la Red del Medio Ambiente de la ciudad y “Antofagasta joven”, Ramón Zavala encontró una fuente de agua en la que sobrevivían algunos peces. Decididos a protegerlos, él y un grupo de amigos comenzaron a agrandar la fuente de agua y a convertirla en piscinas estancadoras donde pudieran reproducirse. Al recordar el día en que la descubrió, Ramón -contador-auditor de 40 años, nacido en la antigua oficina salitrera María Elena- dice “primero sentí rabia y luego alegría de que, a pesar de toda la destrucción, aún existían. Yo jugué ahí cuando niño y quiero que otros niños también jueguen ahí”.
La idea dio tan buenos resultados que al poco tiempo comenzó a aparecer gente que se robaba los peces para sus acuarios. Fue entonces que se le ocurrió cercar el área con neumáticos, pallets, botellas de plástico y otros desechos; a continuación, empezó a plantar árboles alrededor de las piscinas. En el “bosque escondido”, llamado así por estar entre dos quebradas, crecen 120 árboles, en su mayor parte algarrobos, más de 60 cactus y 100 aloes. El algarrobo es la especie que mejor se adapta a las difíciles condiciones del lugar: calor extremo en el día, viento fuerte en las tardes y heladas en la noche.
Ramón va dos veces a la semana a regar y, por lo general, trabaja ahí unas siete horas los sábados y domingos. En este trabajo lo acompañan integrantes de las organizaciones sociales y no gubernamentales, entidades privadas, universidades y empresas que forman parte de la Red del Medio Ambiente. En diez meses, y con la ayuda de colaboradores que no solo aportan los materiales necesarios, sino sobre todo tiempo y entusiasmo, se empiezan a avistar aves e insectos que aparentemente habían desaparecido de la quebrada.
El 25 de noviembre se inauguró en el bosque una biblioteca circular hecha con tablones de madera, que ya ha empezado a recibir donaciones de libros. A un costado, un pizarrón. En otro, una pintura de una colorida feria. Gracias al empuje de Ramón y muchos voluntarios, la quebrada se va llenando de vida.